Es la enfermedad del siglo XX. Es propia de las grandes ciudades y afecta quizás a una tercera parte de las gentes de las naciones más civilizadas.
Vamos a dar unas DIFERENCIAS ENTRE UNA PERSONA EQUILIBRADA Y UNA PERSONA NEURÓTICA. Anotamos sí, que el tener cierta dosis de neurosis no es señal de desequilibrio anormal, y que cuanto más inteligente o artista es una persona, más inclinación tiene a la neurosis. Por eso el padecerla no es señal de anormalidad, pero sí un peligro para la paz y la alegría personal.
1. La persona equilibrada acepta las penas, desdichas, calamidades y contratiempos de la vida con calma y serenidad. La persona neurótica estalla en arranques de ira a la menor contrariedad.
2. La persona equilibrada se siente demasiado ocupada para dedicarse a lamentarse de la vida y sentirse infeliz. La persona neurótica vive quejándose de sí misma, de los demás, del clima, de la situación, etc. su vida es una “sinfonía de lamentos”.
3. El equilibrado se siente contento de estar viviendo. El neurótico siente un deseo frecuente de suicidarse y desaparecer.
4. El equilibrado es flexible, sabe comprender a los demás, y no convierte en tragedias los pequeños contratiempos de la vida. El neurótico agranda los problemas en su imaginación y vive juzgando y condenando a los otros en su entendimiento, viendo mala voluntad donde solo hay debilidad.
5. La persona equilibrada no actúa por impulsos, sabe dominar sus emociones. No hace lo primero que se le ocurre porque eso impulsivo es por lo general muy equivocado. Aguarda para tomar decisiones a que su inteligencia y su prudencia le aconsejen. Quien no lo es, actúa precipitadamente, cumpliéndose en su vida lo que dijo Salomón: “Para el precipitado, todo son pérdidas”. Se deja llevar por sus emociones al hablar y al actuar y por eso hace y dice muchas cosas que debiera haber evitado. Los impulsos son ciegos y por eso le llevan a muchas imprudencias.
6. El neurótico quema muchas energías recordando con amargura sucesos tristes dela vida pasada y pensando con terror en posibles males que le puedan sobrevenir en el futuro. El equilibrado sabe que lo pasado ya no cambiará por más que se dedique a lamentarse, y por eso no pierde tiempo en esa tontería. Y respecto al futuro está convencido de que nada se arregla con afanarse por cosas que probablemente ni siquiera van a suceder. Así que se dedica a vivir sanamente alegre el presente y deja que el pasado lo perdone la misericordia de Dios y que el futuro lo dirija el Creador con su gran poder, y no pierde tiempo en darle consejos a Dios de cómo debe arreglar las cosas, porque Él sabe muy bien cómo debe orar sin necesidad de nuestros consejos.
7. El neurótico es hipersensible, o sea tiene una sensibilidad exagerada. Se hiere con nada. Hay que andar con inmenso cuidado al hablarle porque ve ofensas donde solo hay palabras sin mala intención y no acepta la crítica- en cambio el equilibrado tiene un sano sentido del humor. Se ríe hasta de sí mismo. Sabe que lo importante no es que no llueva, sino que el agua no se nos logre meter por el cuello. Por eso abre el paraguas de la paciencia y acepta la crítica de los demás como algo constructivo que le lleve a superarse.
8. El equilibrado tiene aguante y paciencia ante las dificultades y las cosas desagradables, las incomodidades, las frustraciones y las cosas difíciles. Su madurez le enseña que nada importante se consigue sin obstáculos y que el camino hacia el éxito no está lleno solamente de rosas, sino también de espinas chocantes. En forma de holocausto quema ante Dios toda forma de resistencia ante lo inevitable. Quema en el abandono en las manos y en la voluntad del Creador todo rechazo a lo que no pudo ser evitado. Si tiene fe se pone a pensar:
¿Qué sé yo de los designios salvadores de Dios? ¿Qué gano con revelarme, si esto ya ha sucedido? En cambio el neurótico vive disgustado por cuanto es y sucede. No acepta con paz lo que falta en su personalidad, y en su temperamento. Se revela contra lo que sucede, y le pasa como a quien le da cabezazos a un muro de piedra: la cabeza queda herida y la piedra sigue insensible.