Ninguna otra virtud fu más recomendada por los sabios del Antiguo Testamento que la prudencia. Ellos decían que ser prudente era el camino más seguro para obtener la felicidad y lograr éxitos en la vida. Y en la Biblia hasta llegó a escribirse todo un libro, el de los Proverbios, para enseñar a las personas a conseguir la prudencia. Vamos a dar algunas de las DIFERENCIAS ENTRE EL PRUDENTE Y E IMPRUDENTE:
1. El prudente manifiesta moderación en todo lo que hace, dice y piensa y en el comer y en el beber. En cambio el imprudente habla más de los debido, obra sin pedir consejo y deja anidar en su mente muchos pensamientos dañosos; come y bebe en exceso, y roba el sueño muchas horas, con lo cual debilita su salud física y mental.
2. El prudente procura permanecer estable en lo que se ha propuesto hacer. Sabe que sólo lograra triunfar cuando haya recorrido muchas veces unos mismos caminos, y que ningún triunfo se improvisa, sino que todos son frutos de largo ejercitarse y trabajar. En cambio el imprudente es inestable. Cree que los éxitos van a venir por golpes de suerte o cambios instantáneos. Por eso no le concede importancia a dedicarse a obtener pericia y experiencia y práctica en su oficio, aguardando que el éxito esté por ahí escondido detrás de la esquina. Y como no lo está, no le llegará.
3. El prudente piensa muy bien las decisiones que van a tomar, y una vez tomada una decisión persevera en su ejecución, aunque lo rodeen las dificultades. El imprudente no pide consejo ni medita antes de tomar sus decisiones, y después cambia fácilmente de parecer dejando sin terminar muchas obras ya empezadas. Y como el éxito depende de la perseverancia, se queda sin conseguirlo.
4. El prudente ve venir el peligro y trata de evitarlo. El imprudente se expone al peligro, y en él perece.