Este era el lema de Adela Kam. Oigamos algunos datos de esta extraordinaria mujer, tal como los narra su historiador: “Nueve años de enfermedad. Pulmones afectados. Corazón averiado. Ojos casi sin luz. Dos mil inyecciones de suero. Diez operaciones, y la muerte a los 29 años. Esa fue la hoja de servicios de ésta campeona del dolor. La llevan a Lourdes, donde la Virgen hace tantísimos milagros continuamente. A su alrededor centenares de enfermos gritan con angustia: “Señor, haz que yo vea… Señor haz que yo oiga…Señor haz que yo pueda volver a andar”. Pero ella solamente repite:
“Señor, haz que yo sea capaz de aceptar con alegría mi amarga situación”. Y añade para sí misma: “Algún día llegaré a conocer las misteriosas razones que Dios tuvo para permitirme estos males y dolores”. Y desde entonces se convierte en la “Doctora delDolor”. Y cuando queda totalmente paralizada exclama: “La enfermedad es una vocación, hay que aprender a ser paralítico como se aprende otra profesión cualquiera”.Y seguía sonriendo. Y a quienes la visitaban les repetía su hermoso lema, que llega hoy también a cada uno de nosotros: “Es preciso florecer, allá donde Dios nos ha plantado”. ¡Eso sí se llama tener personalidad! ¡Qué gran fórmula para triunfar: saber florecer allí donde Dios nos ha plantado!