Tener ideas. Hay que llenar de ideas el cerebro. Idea es una imagen en la mente. Es un plan que formamos para realizar lo que deseamos. La idea puede ser una luz de lo alto. Toda buena idea viene de Dios, fuente de la sabiduría. Y cuando más le pidamos sus luces, mayores iluminaciones nos va a dar.
Hay que creer que a nuestra mente llegará la idea exacta que necesitamos en cada problema. El buen Dios se encargará de ello porque Él está interesado en nuestros éxitos, y porque su Hijo en el evangelio nos dejó esta hermosa promesa: “Todo el que busca encuentra”. Si buscamos buenas ideas, encontraremos buenas ideas. Hay varias clases de pensadores. A unos se les ocurren las idea instantáneamente… otros tienen que planearlas y planearlas muy despacio. Washington tenía que planear despacio. Lo hacía con toda paciencia y en esto consistía su genio. Bolívar era instantáneo en sus ideas. Se le ocurría un plan, lo ponía en práctica y triunfaba. Otros necesitan aconsejarse mucho. Era lo que le pasaba al famoso General Franco, de España, y al emperador César Augusto. No eran muy brillantes en sus ideas, pero consultaban mucho a los especialistas, y esto los llevó a poder gobernar por 40 años cada uno a su patria. Otros necesitan leer y leer. Y de sus lecturas obtienen EL NECIO ESTALLA FÁCILMENTE EN CÓLERA. EL PRUDENTE SABE DISIMULAR LA OFENSA. las luces que necesitan. Cada uno, según su modo de ser, puede triunfar si llena su cerebro de ideas: o captando las ideas instantáneas que se le ocurren, o meditando pacientemente hasta encontrar las soluciones, o consultando a los que saben, o leyendo y leyendo para instruirse debidamente. No hay ningún problema en la vida tan complicado, que con la meditación y la luz de Dios no logre resolverse. Recordemos que el tiempo se pasa irremediablemente, pensemos o no pensemos. Pero si se nos pasa sin dedicarnos a pensar, lo habremos perdido tristemente. Cuidado con el fixismo. Es un mal intelectual que consiste en imaginarse esto: “lo que yo sé ya es suficiente”. Esto lleva a la arteriosclerosis intelectual, a una parálisis de ideas. De un hombre que no dedica tiempo a pensar y a estudiar, decías sus detractores que había hecho “voto de pobreza intelectual”, promesa de quedarse ignorante para toda la vida. Y podía repetir lo que aquel campesino boyacense gritaba a su burro que no quería andar: “en inteligencia me la ganará pero en fuerza no”. Cada uno de nosotros tiene capacidad indefinida para aprender, y es una actitud fundamenta el dedicarse a adquirir nuevas ideas por medio de la meditación, de la lectura y de la consulta. Es lo que hace muchos siglos llamó Santo Tomás la “estudiosidad”. Este gran sabio decía que el hábito o buena costumbre de la estudiosidad hace que muchas personas que en sus estudios no obtuvieron un “sobresaliente”, al dedicarse después a pensar, leer y consultar, obtengan un verdadero “sobresaliente” en la vida práctica. 1 y 15 ceros es el número de cuerdas que tiene el cerebro para ayudarnos a pensar y a producir ideas. ¿Dejaremos esta red maravillosa sin hacerla trabajar? Dicen que la principal diferencia entre el sabio y el ignorante, entre el científico y el hombre ordinario, es que el sabio y el científico si han puesto a trabajar su cerebro, y los otros dejaron su cerebro sin ponerle oficio. Según las computadoras, una persona normal no hace trabajar sino el 6 por ciento de su cerebro. Piense en esto querido amigo. E imagínese lo que sería de usted si desarrollara siquiera el 20 por ciento de su cerebro, dedicándose a pensar y a formar ideas. MENSAJE DE LA MUJER DE LA SONRISA IMBORRABLE, PREMIO NOBEL DE LA PAZ. “LA SANTIDAD CONSISTE EN REALIZAR LA VOLUNTAD DE DIOS CON ALEGRÍA. MADRE TERESA DE CALCUTA.
Hoy están muy en boga las universidades a distancia en todo el mundo. Pues bien, lo primero que procura obtener la universidad a distancia, es que el alumno aprenda a aprender, y que se convenza de que esto sí es posible. Lo primero: aprender a aprender. Y convencernos de que eso será enormemente provechoso. Cuando San Gabriel de la Dolorosa, gran apóstol moderno, era estudiante, un día oyó de uno de sus profesores una enseñanza que lo conmovió profundamente y que le hizo dedicarse con toda el alma a adquirir el mayor número de conocimientos posibles en su profesión. La frase que tanto le impresionó fue esta: “Imagínate mientras estudias y lees y te preparas, que miles de personas a tu lado te suplican: prepárate bien. Instrúyete bien. Llénate de muchas ideas buenas. Pues tu instrucción y tu preparación y tus buenas ideas, van a ser muy provechosas para todos nosotros los que vamos a recibir después tu influencia”. Ojalá cada uno de nosotros se imagine oír algo semejante. Las personas que recibirán nuestra influencia saldrán ganadoras si nos preparamos más y nos llenamos de ideas nuevas y provechosas, por medio de la meditación, la lectura y el consultar a los que saben. Jesús narraba dos casos: el de uno que no pensó, ni planeó y el de otro que sí dedicó tiempo a pensar. El primero se dedicó a construir una casa y no se puso a hacer cuentas de los gastos, y resultó que la plata no le alcanzó y tuvo que dejar las paredes sin techar, y la gente al pasar se burlaba diciendo: “miren al imprudente: levantó paredes y no pudo techar porque no tuvo con qué”. En cambio el otro tenía que irse a batallar con 10.000 soldados contra otro que venía en su contra con 20.000. Y se puso a pensar y a hacer cálculos y se dio cuenta que no sería capaz de resistir, y le mandó embajadores e hicieron la paz (Lucas 14). Siempre es que conviene dedicar tiempo a pensar, a adquirir nuevas ideas.