Miles de personas las han usado, informando del éxito de los resultados. Siga este programa y también Usted sentirá un nuevo poder.
1º Haga en su mente un retrato de Usted mismo triunfante. Mantenga ese retrato en su cabeza. No permita que desaparezca. Nunca piense que es un fracasado (Usted no es un fracasado. Puede estar seguro de que no lo es). Nunca dude de la realidad de que usted sí va a triunfar. Dudar es muy peligroso, porque si usted empieza a hacerlo, la mente se encarga de aumentar los colores negros de sus dudas. Imagínese a usted mismo triunfando, aunque en el momento presente las cosas se presenten de mal cariz.
2º Siempre que algún pensamiento negativo llegue a su mente, reemplácelo con un pensamiento positivo.
3º No levante monumentos a los obstáculos en su imaginación, o sea, estudie las dificultades que se le presentan y que se le pueden presentar, pero no les conceda tanta importancia que las agrande más de lo que son en realidad.
4º No crea que los demás valen más que usted. Recuerde que la demás gente, a pesar de su apariencia de dominio, está tan asustada como usted.
5º Varias veces cada día repita estas palabras de la Biblia: “¿Si Dios está con nosotros, quién podrá contra nosotros?” (Rom. 8, 31). A VECES BASTAN PERO NUNCA HAN DE FALTAR PORQUE HACEN MUCHO BIEN son sÓlo dos pAlAbrAs… ¡muchas gracias!
6º Consulte con alguna persona prudente y buena. Averigüe si será que por emociones amargas de la niñez, Usted adquirió un sentimiento de inferioridad que le está haciendo mal.
7º Practique varias veces la siguiente afirmación bíblica, repitiéndola, ojalá en voz alta: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4,13). Ésta mágica frase es el más poderoso antídoto contra los pensamientos de inferioridad.
8º Sea digno. No olvidemos qué dignidad es tener un gran respeto hacia sí mismo y hacia los demás. Tenga un gran respeto hacia Usted mismo: no sea vanidoso pero sí recuerde que Usted vale muchísimo más de lo que ha creído que vale. Si no fuera así, no habría sido hecho a imagen de Dios.
9º Póngase en manos de Dios. Piense: “estoy en las manos de Dios”. Convénzase de que ahora mismo está recibiendo de Dios todos los poderes que necesita. Sienta que Dios está junto a Usted ayudándolo. Esto es verdad, y lo va a llenar de ánimo y confianza.
10º Recuérdese a sí mismo la promesa de Jesucristo: “Yo estaré con vosotros hasta el fin de los siglos”. Lo dijo y lo cumple. Con nosotros está y no sólo con su presencia, sino ayudándonos hora tras hora, y minuto por minuto.
(Tomadas del hermoso libro “El poder del pensamiento tenaz” de Vicent Peale, cuya lectura recomendamos”.