No tengamos miedo a desear ardientemente el bien que nos proponemos conseguir. No temamos soñar. Por un proceso de química mental, el cultivar un ardoroso deseo lleva a los trece mil millones de células [nerviosas] o neuronas, que tenemos en nuestro cerebro a buscar caminos para lograr conseguir lo que se anhela. Cuando mayores bienes nos atrevamos a desear, mayores bienes lograremos conseguir. Dios no hubiera puesto tan grandes anhelos en nuestra mente si no tuviera el deseo de ayudarnos a realizarlos
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