Aquel hombre renegaba diciendo que Dios no había sido generoso con él. Entonces un amigo suyo, millonario, le propuso un negocio “¿Quieres venderme tu pie izquierdo por $5.000.000 para injertárselo a uno que lo perdió en un accidente? A ti te pondrán uno de caucho muy fácil de lidiar”. – No, jamás, respondió el que renegaba – “¿Y no quisiera venderme tu mano izquierda que es la que menos usas, por $10.000.000, para colocársela a otro que la perdió en una caída?”. ¡Nunca, jamás! Respondió el otro - ¿Y no quisieras vender un riñón por $15.000.000 para injertarlo a uno que se está muriendo en un hospital? Te lo pagamos al contado porque el que lo necesita es sumamente rico”. - ¿Pero qué es eso que me propones? contestó el amigo. ¡Si yo no vendo mis riñones! – Bueno – añadió el interlocutor – ahora te hago una última oferta. Conozco a un millonario que ofrece $50.000.000 por un ojo para que le cambien a él uno que ha perdido. ¿Quieres venderlo? Te queda otro y te pondrán uno de vidrio, muy hermoso”. – Ya te he dicho que no, dijo el renegante -. Por ningún dinero del mundo vendo yo, parte alguna de mi organismo”. – Bueno, le dijo entonces su amigo, -per do hoy en adelante no digas que Dios no ha sido generoso contigo. Te ofrecí $80.000.000 al contado por la décima parte de tu organismo y no quisiste. ¿Y todavía te parece poco lo que Dios te ha regalado? El otro nunca había pensado en los valores que el Señor le había concedido. ¿Por qué no hacer el inventario de los bienes que hemos recibido para así vivir con mayor alegría y optimismo? ¿Por qué vivir pensando en el diez por ciento de las cosas que nos hacen sufrir, y no recordar el noventa por ciento que sucede bien? El recordar lo malo que sucede produce úlcera en el estómago. En cambio el recuerdo de nuestros triunfos, alegrías y cualidades hace que la glándula pituitaria segregue desde nuestra cabeza una oleada de hormonas que llevan lozanía y vigor a todo nuestro organismo. ¿Por qué recordar lo poco que nos hace tanto mal y olvidarnos de los mucho cuyo recuerdo nos llenará de salud y juventud? Cada uno es lo que sean sus pensamientos.
Si mis pensamientos son alegres y optimistas, mi existencia será jovialidad y felicidad. Tengo que escoger bien mis pensamientos. Entre 700 personas de más de 90 años a quienes se les preguntó a qué se debe su larga vida, hubo respuestas muy diferentes, pero todos estuvieron de acuerdo en afirmar que la ira y el mal genio y los recuerdos tristes acortan la vida y que la alegría alarga la existencia.