Son palabras escritas en la puerta de una catedral, y que debieran estar grabadas con letras imborrables en la mitad de nuestro corazón. Si nosotros recordáramos los bienes espirituales, físicos y morales que hemos recibido, y tuviéramos un corazón suficientemente agradecido, irradiaríamos alegría por todos nuestros poros.
Hay un libro formidable de Og Mandino cuyo título es “El Tesoro más grande del mundo”. Allí se encuentra una descripción impresionante de los verdaderos tesoros que cada uno de nosotros posee en su cuerpo, en su inteligencia, en su vida espiritual y moral etc. Cuando uno lee ese libro vibra de emoción y de gratitud hacia el Creador y se le disminuye enormemente el antiguo pesimismo que antes tenía y que tanto daño le estaba haciendo. Veamos algunos datos solamente de ese libro formidable. Ud. tiene en su cuerpo ochocientos mil millones de células trabajando continuamente y obrando todas en favor suyo en perfecta armonía. En su cerebro tiene 13 mil millones de células [nerviosas] o neuronas trabajando tan sabiamente en favor de Ud. que si las quisiera reemplazar por la máquina computadora más potente del mundo, esa máquina electrónica ocuparía el sitio de un edificio de setenta pisos de alto. En los ojos de Ud. ha depositado Dios cien millones de receptores que le permiten gozar de la magia de los colores, la luz, de la simpatía de las personas y de la majestad de la naturaleza. En sus oídos hay 24 mil filamentos que vibran con el viento de la arboleda y el reír de los niños, con la suave música de las orquestas y el trepitar de las aguas espumantes, y al escuchar las palabras amables de las personas que estima. Ud. es una persona humana, y el ser humano es el único animal que puede hablar, para calmar al airado, animal al abatido, estimular al cobarde y decir… te amo. Lo grave es que nos pasamos la vida en lo que nos falta y casi nunca nos detenemos a recordar y agradecer lo muchísimo bueno que poseemos. Y esta tragedia causa más muertes prematuras que las guerras y las enfermedades contagiosas. La tristeza acorta la vida y la hace más dichosa y más llena de buenas obras. Amigo haga cuentas de sus bienes, y de sus alegrías, y no pierda tiempo haciendo cuentas de sus males. Colecciones pensamientos alegres y optimistas y espante esos cuervos asquerosos que se llaman “pensamientos pesimistas” y “recuerdos tristes”.
Ud. se puede mover. No es un árbol amarrado a una pequeña porción de tierra. Puede pasear, correr, bailar y hacer deporte. Para ello tiene quinientos músculos, doscientos huesos y siete mil nervios, sincronizados para obedecerle y llevarle a donde Ud. quiera. Ud. tiene un corazón que es una maravilla de la naturaleza. Bombea hora tras hora, treinta y seis millones de latidos al año, año tras año, despierto o dormido, impulsando la sangre a través de cien kilómetros de venas y arterias, que llevan… más de dos millones de litros de sangre al año. Ud. es una maravilla de la sabiduría de Dios.
Sus pulmones son los mejores filtros del mundo. A través de seiscientos millones de alvéolos purifican el aire que reciben y libran a su cuerpo de desperdicios dañosos. Su sangre es un formidable tesoro. Son apenas cuatro litros pero allí hay veintidós millones de células sanguíneas, y en cada célula hay muchas moléculas y en cada molécula hay un átomo que oscila más de diez millones de veces por segundo. Cada día mueren dos millones de células de Ud. y son reemplazadas por dos millones más, en una resurrección que ha continuado desde el día de su nacimiento. En su [piel] hay cuatro millones de estructuras sensibles al dolor, quinientos mil detectores táctiles, y doscientos mil detectores de temperatura… ¿Y dirá Ud. todavía que no vale la pena su persona? Amigo: ¡RECUERDE Y AGRADEZCA!