¿Cuántos matrimonios deshechos porque uno de los dos cónyuges era demasiado dominante? Y no olvidemos que el machismo existe también en las mujeres. Hay esposas que quieren mandar con tiranía absoluta, olvidando aquello de la Biblia que se les lee a los novios en la misa del matrimonio “La esposa que obedezca al marido, porque el esposo debe ser el jefe del hogar” (Efesios 5). Es una lástima que hoy con el pretexto de una mal entendida liberación femenina, muchas mujeres pretendan olvidar sus cualidades femeninas que las hacen tan agradables, como son la dulzura, la bondad y humildad, y se dediquen a conseguir verdaderos defectos masculinos como son el machismo, la grosería en el hablar, y la tosquedad en los modales. Se conviertan así en unos verdaderos “marimachos”, mitad mujer y mitad hombre, renunciando a lo amable del [género] femenino y adquiriendo lo desagradable del masculino. Un hombre dominante es antipático. Pero una mujer dominante lo es muchísimos más. Cuentan de aquel pobre marido a quien su esposa le propinaba unas terribles palizas con la tranca de la puerta, que un día, mientras él temblando se hallaba escondido ella le gritaba: “Si es macho salga de debajo de la cama” ¡y el muy orondo le respondió: “No salgo, porque aquí en esta casa el que manda soy yo”! ¿Podrá haber paz en un hogar con una mujer así de dominante?
¡Ah si las mujeres supieran explotar el afán de dominar que tienen los hombres! A muchas esposas lo que les falta es estudiar un poquito más la sicología masculina. Millones de matrimonio se destruyeron porque el hombre no se preocupó por estudiar la sicología femenina ni la mujer se preocupó por aprender cómo es la sicología masculina, que son totalmente distintas. Hombres hay que en el día del cumpleaños llevan a su esposa de regalo $10.000 y ella se echa a llorar porque lo que deseaba era un ramos de flores, pero el otro no sabía nada de sicología femenina. (Ojalá pudiéramos leer el bellísimo libro “Matrimonio feliz” de G. Eliecer. Allí se describe muy bien las diferencias sicológicas entre el hombre y la mujer). Estamos diciendo que si la mujer explota el afán de dominar que siente todo hombre, obtendrá efectos increíbles en su hogar. Veamos un ejemplo. El esposo llega a su casa contando que le han pagado las cesantías y que las va a emplear en comprarse un taxi viejo. La esposa le reclama que no, que por favor no haga eso, porque los taxis viejos comen mucho dinero en repuestos. El marido le grita enfurecido que el dinero se lo ganó el, y que solo él tiene el derecho de determinar en qué lo va a gastar. Pero aquella semana no compra el taxi. A la semana siguiente le dice a la mujer que ahora sí se marcha a comprarse el viejo carro. Ella le insiste que no, que aquello es un pésimo negocio, y él otra vez lleno de cólera le grita “¿Y quién ganó el dinero, Ud. o yo? Así que soy yo, y solo yo el que determina qué carro voy a comprar”. Pero tampoco aquella semana compró el taxi. Entonces la esposa consulta a un sicólogo y éste le dice: “¿Pero no recuerda Usted, que lo que el hombre desea es que se le reconozca que es él quien manda en el hogar? Dígale que sí, que lo compre y que lo compre ya. ¡Y verá qué resultado le van a producir estas palabras!” Y así lo hizo la mujer. Cuando por tercera vez su marido le dijo que se iba a negociar el taxi viejo, ella le respondió: “Sí, mijo, cómprelo, pero cómprelo hoy mismo, porque si deja para comprarlo mañana, puede que ya lo hayan vendido. Váyase hoy mismo y cómprelo”. El hombre se quedó un momento callado y luego exclamó: “Pues no compro el tal taxi, porque en esta casa el que manda soy yo, y no mi mujer. No voy a hacer lo que ella me mande, sino lo que a mí me antoje”. Y así la señora, explotando el afán de dominar que tienen todos los hombres, le evitó a su marido un mal negocio. El camino para hacernos antipáticos es vivir tratando de dominar a los demás. Porque las personas dominantes son muy antipáticas, para todos. Quien renuncie a ser dominante adquirirá una gran dosis de simpatía, cumpliéndose lo que dice el Libro Sagrado “Pórtate con humildad y amabilidad y te amarán más que a los que ofrecen muchos regalos”.