Muchas cosas no se hacen, no porque son imposibles sino porque no nos atrevemos a emprenderlas. Problemas que nos atormentan de por vida, podrían irse si nos atreviéramos a atacarlos. Aquel haragán llegaba cada tarde a una tienda de cerveza y colocando un machete sobre la mesa gritaba a la ventera: “¡Me regala una cerveza ¿o si no?!...” y la señora le regalaba, por miedo, la cerveza. Así por varios días, hasta que la pobre vendedora le contó esto a su marido. Entonces el esposo se escondió detrás del mostrador y cuando el atrevido bebedor llegó al mostrador y colocó el machete encima y gritó: “Me regala una cerveza ¿o si no?”, el otro salió de detrás del mostrador con un revólver en la mano y le dijo: “Y si no ¿qué?” –“Si no… si no, ¡no me regale nada!” – respondió el otro y se fue tranquilamente y ya no volvió a molestar… Lo único que estaba haciendo falta era que alguien se atreviera a enfrentársele. Cuántos problemas de la vida saldrían huyendo si de veras nos atreviéramos a enfrentarlos.
Napoleón era pequeño, bastante feo, malgeniado, poco apto para reuniones sociales, poco amable y de familia desconocida… pero se atrevió a enfrentar los problemas difíciles y llegó a ser amo de toda Europa. Le gustaba repetir: “Para subir los peldaños del éxito hay que cansarse, trabajar, fatigarse, o desanimarse”. Creer que sí se puede subir y no dejar de tratar de ascender. La palabra “imposible” es un refugio de los cobardes que no quieren esforzarse. Henry Ford creía que podría fabricar un carro con motor. Sus ingenieros, después de años de investigaciones le dijeron que era imposible. Él les respondió: “Sigamos investigando, no nos desanimemos. Yo creo que sí es posible”. Y el carro se obtuvo y llenó de fama a su inventor. Edison, el inventor que más inventos ha patentado, lo primero que hizo fue convencerse de que todo es posible para quien tiene fe. Cuando le preguntaban ¿Será usted capaz de obtener esto? El respondía invariablemente: “yo creo que sí puedo. Al menos trataré de intentarlo”. Lo intentaba y lo lograba. Inventó el tocadiscos, el micrófono, el grabar la voz en discos. A todos les parecía imposible la bombilla eléctrica. Edison se atrevió a tratar de fabricarla y en 1879 dio al mundo esa maravilla de invento. Se atrevió y él mismo tuvo que admirarse de los resultados. James decía: “todos podemos hacer más. Lo importante es que nos atrevamos a intentarlo”. Y los suecos añaden: “si te atreves a buscar ideales altos, esos mismos ideales duplicarán tus fuerzas para lograr obtenerlos”.