Fueron los chinos los que pusieron en marcha el papel moneda allá por el Siglo IX y parece que serán los que lancen la primera moneda digital oficial de un país.
El apuro se vincula con los Juegos Olímpicos de Inverno que se desarrollarán en febrero de 2022 en Beijing, que significarán una excelente oportunidad para fomentar el uso de la moneda digital entre todos los extranjeros que visiten la capital china.
Para utilizar el e-CNY primero se debe descargar una billetera virtual asociada a sus cuentas bancarias que funcionará como las apps privadas actuales, aunque con una ventaja fundamental para los comercios, que no pagarán comisión por las transacciones y recibirán el dinero en sus cuentas como si se tratara de billetes.
Sin embargo, surgen voces de alerta de analistas que observan características poco transparentes en la herramienta: Direccionamiento del gasto: El gobierno chino podría emitir yuanes digitales que solo puedan utilizarse para la compra de determinados bienes y servicios.
Por otra parte, el Beijing contaría con la posibilidad de saltar las limitaciones que impone el sistema de pagos internacionales conocido como Swift, en manos de EEUU. El yuan digital y el bitcoin A pesar de que se podría intentar relacionar el reciente cierre de empresas de minería de bitcoins en Chinas por parte de las autoridades con el lanzamiento del e-CNY, lo cierto es que poco y nada tienen que ver una moneda con la otra.
Respecto de la fecha de caducidad que podría llegar a tener el e-CNY en determinados momentos a fin de estimular el consumo para evitar una crisis económica, la dinámica de precios del bitcoin en sus 12 años de vida demuestra que se trata de un excelente refugio de valor frente al fenómeno de inflación cada vez más extendido a nivel planetario.
¿Podrá el lanzamiento del yuan digital terminar con el bitcoin y el resto de las criptomonedas? Se verá con el tiempo, pero mi intuición apunta al efecto contario**: en un mundo en donde el Gran Hermano estatal se vuelve cada vez más evidente y repudiado, los criptoactivos podrían convertirse en un bosque donde refugiarse, aunque está claro que la lucha con los reguladores no será sencilla.